La ciudad no es sólo un lugar sobre el que se vive. Es una entidad que se formaliza y se nombra. Es un cuerpo complejo que incesantemente se construye y de-construye. La ciudad va más allá de los criterios arquitectónicos y demográficos y como tal, no puede definirse desde una única perspectiva. Rogelio Salmona la concibe como el “espacio público por excelencia”; mientras que Richard Senté la aprecia como “carne y piedra”. Según Marc Augé, la ciudad se reconoce por los no lugares y, por su parte, José Luis Romero encuentra vínculos profundos entre las ciudades, las ideas, las sociedades y las creaciones; pero para Armando Silva, la ciudad es ante todo un “escenario de lenguajes, de evocaciones, de sueños y de variadas escrituras”.











